El bolo era un largo cuchillo que formaba
parte del equipo militar de los soldados españoles que combatían a los mambises
en la guerra de Cuba.
Tan fulgurantes e
inesperadas eran las acometidas rebeldes que se recomendaba a los soldados que nunca
fueran “con el bolo colgando” sino siempre empuñado y listo para ser usado.
Y a Pedro Sanchez,
que por muy malo que sea será siempre un angelito en comparación con Pablo
Iglesias, su vicepresidente lo ha pillado con el bolo colgando.
¿Que me explique?
Pues verán:
Iglesias esta donde esta porque lo ayudó decisivamente a estar ahí el régimen
que oprime Venezuela y que tiene pruebas y memoria de esa ayuda.
--¿Y sugiere usted
que un movimiento redentor de los desvalidos estaría dispuesto a practicar el
sucio chantaje si creyera que lo beneficiaria?
Lo creo, y me apuesto cinco duros
a que, si no lo ha hecho ahora, lo hará si al tal Iglesias (qué contradicción
entre su apellido y sus no creencias) le diera la tentación de decirle que “hasta
aquí hemos llegado”.
--Entonces, ¿qué pasó?
--Pues que el tal Maduro las está
pasando tan canutas que, como la vieja que está tan desesperada por el llanto
de su nieta para que le compre un caramelo, le echa manos a la hucha, coge los
dos reales que tenía ahorrados y le compra el caramelo a la llorona.
-- ¿Y se queda sin el dinero?
--Logra que la nieta deje de berrear.
Y es que lo importante y lo urgente no
siempre va parejo.
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