El Libro de los Proverbios y los evangelistas Mateo (en dos ocasiones) y Lucas lo señalan: “de la abundancia del corazón habla la boca”.
Tomando como referente libro y autores de tanta rimbombancia, está claro que es conveniente hablar lo menos posible, sobre todo de lo que más le importe al que hable.
¿Y de qué habla preferentemente la gente en éste evanescente e insustancial final del siglo 20 y comienzos del 21?
--De futbol, de política, de terrorismo y de los procedimientos y prolegómenos destinados a que, en la mecánica inventada para que los niños nazcan, no nazcan niños.
-- ¿Y eso es bueno, malo o ni malo ni bueno?
--Depende. Es bueno para el que sabiendo lo que quería encontrar encuentra lo que buscaba.
--¿Y para el que haya fijado su objetivo vital en el logro de la armonía entre pensamiento, palabra y hechos?
--Pues ese pobre sigue tan jodido antes como hoy, como lo estará mañana y como se merece estarlo hasta que los almanaques dejen de fabricarse porque se haya terminado su utilidad.
--¿Y ni haciendo todos como si de verdad fuéramos demócratas se arreglaría el hecatómbico porvenir?
--Ni así dejaríamos de ser humanos, lo que quiere decir que, si bien unas veces aciertas, en la mayor parte de las ocasiones te meas fuera del tiesto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario