España avisa a Trump de que la hostilidad comercial pone en riesgo una mayor cooperación militar” (El Pais, 07-2-20).
Vamos a ver si contamos las cosas como fueron y no como nos hubiera parecido que las cosas habían sido.
Porque, en realidad, lo que pasó fue que en una conversación “on background” entre un funcionario de la administración Trump y otro de la de Pedro Sanchez, el segundo advirtió al primero que “donde las dan las toman”.
Solicitadas las correspondientes aclaraciones, el español dijo al norteamericano que, “si los Estados Unidos no compran más naranjas, tomates y vino a los españoles, el gobierno español no estaría en condiciones de garantizar su respaldo en caso de una guerra nuclear con China o Rusia”.
--¿Eso le dijo? ¿y qué contesto el norteamericano?
--Pues le dijo que serían los turistas y residentes españoles en Estados Unidos los que se verían perjudicados porque son prácticamente los únicos que compran productos españoles”.
--Y ¿qué paso?
--Pues que el negociador español le replicó que “los Estados Unidos se van a enterar”.
La poco soterrada amenaza, según los observadores de la tensa situación, aludía a la posible adopción de medidas que dificulten la asistencia de turistas norteamericanos a las fiestas de San Fermin, que rememoran los amores de imposible consumación de dos enamorados norteamericanos.
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