En días turbulentos como éstos, en los que solo pensamos en
las postrimerías del hombre (muerte, juicio, infierno y gloria) los listos de
hace siglos se dedicaron a contar guarradas y, de paso, a idear el Decameron.
Por lo menos los
de entonces sacaron provecho de una situación que les había sobrevenido y, si se
hubieran garantizado los derechos de autor, se forrarían con las reediciones del Decameron.
Pero, ¿y los de
ahora?
--Pues los de ahora
se quejan de lo mucho que no está haciendo bien el gobierno que eligieron, y se
consuelan engañándose a sí mismos con la imposibilidad patente de que otro
gobierno lo habría hecho peor.
¿Y entonces, qué?
Pues que, si los
españoles no fueran españoles y, como consecuencia fuéramos gente seria,
aceptarían que es imposible que ningún gobierno electo por españoles pueda contentar
a los españoles por la manera en que gobiernen.
--Oiga, y entonces,
¿qué?
-- Pues que los
españoles reconozcan que solo los beneficia el gobierno que no hayan elegido.
--¿La dictadura?
--La dictadura,
tanto ésta como la que hubo antes que ésta y la que vendrá después de ésta.
--¿Dictadura eterna?
--Como el gazpacho.
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