Parecer no es ser,
sino una falsificación malintencionada de lo que es.
Un ejemplo: la democracia española.
Parece que lo es
porque el gobierno es electo por una mayoría del censo, en condiciones de libre
escogencia del aspirante al cargo.
Pero, ¿todos los
aspirantes al cargo disponen de los mismos medios para hacer llegar su
propuesta a todos los electores?
Y, lo que es
fundamental: ¿tienen todos los electores la misma capacidad moral, independencia
de criterio y serenidad de espíritu que no obnubile sus preferencias en el
momento de votar?
¿Por qué, para remediar
un error en la elección no se repiten las votaciones cada mes, semana, días y
horas?
Es evidente que el
ser humano ve la vida de otro color antes que después de eso que todos sabemos.
Pues una votación electoral
se asemeja a esa sublime cochinada a la que aludia:
--Si el electo al
que votaste te nombra para un cargo de ringorrango, el nuevo Presidente del
Gobierno es la Divina Garza.
--Si te tapa la
boca con una concejalía mal pagá (como la de la copla), es un desagradecido.
--¿Y si no te da ni
los buenos días?
--Un sinvergüenza,
un inútil, un tal por cual como todos los políticos, que en la próxima se va a
enterar.
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