Para la mayoría de los que vivimos, la vida es como ese resfriado inoportuno al que no le das importancia hasta que algún médico te diagnostica la inexorable inminencia de tu muerte.
¿Y a nadie se le puede ocurrir que el médico se equivocó?
Puede y de hecho todos los que hayan pasado por ese trance lo hacen aunque, como en las plazas de toros y cuando el torero por fin despacha al toro, el 33 por ciento aplaude al matador, otro 33 por ciento al toro victimizado y el restante 33 por ciento al gol que marcó el domingo el delantero del club del que es forofo.
¿Puede intuirse de teoría tan estrambótica que cuando alguien llora lo hace sin saber por qué llora y cuando ríe lo hace porque ha visto reírse a alguien?
--Más o menos, que en idioma más fino que el español se dice “more or less”.
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