jueves, 11 de marzo de 2021

DE INDIOS Y VAQUEROS

 

Andaba uno esta mañana taciturno y un poco melancólico, quizás agobiado por la inerte evolución del presente hacia el futuro que, irremediablemente, desembocará en el piélago sereno de la nada.

   ¿No será, por un casual, que cenó usted demasiado y que, como consecuencia, perdió en vela el tiempo que debería haber dedicado a dormir como un lirón?

   Tan posible es esa explicación como la de que la vela la provocara la metempsicosis, esa teoría de que el alma, motor del cuerpo de los hombres, transmigra de los ya muertos a los que vayan a nacer.

   --Pues, como esa haya sido la razón de su incómoda desazón estamos más perdidos que los que quisieron ir a La India y se toparon con América.

    Que Dios no permita que ese sea el caso porque hay errores, y ese sería uno de ellos, que ni el más poderoso detergente logra borrar la mancha que ensombrece la rutilante verdad.

   --“Prueba de ello”, que diría un cursi, “es que a los malos de las añoradas películas del Oeste los siguen conociendo por “indios” y no por “americanos”.

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