lunes, 17 de abril de 2017

FELONIAS MERCENARIAS

Todo (o casi todo) lo que decían Franco y sus achichincles era verdad y, como consecuencia, todo (o casi todo) lo que entonces era verdad,  para los antifranquistas es ahora mentira.
Un suponer: eso de que todos somos iguales, que los antifranquistas dicen, es tan falso que los españoles, en su comportamiento diario, que es la plasmación práctica de una realidad teórica, lo certifican.
“La hija de la Paula/no es de mi rango/ ella tiene un cortijo/yo voy descalzo” cantaba ya Curro de Utrera que, si en vez de antes hubiera vivido hoy, sería tan  aclamado como, juntos, lo son ahora Messi y Ronaldo.
¿Cómo va a ser igual el que ordena lo que hay que hacer (los diputados y el gobierno) que el que no tiene más remedio que hacer lo que ellos mandan,( los que no sean del partido del gobierno)?
Pero, ¿y aquello de que “la verdad y el deber son valores permanentes de razón”?
Desvaríos de un poeta  que se metió en política para defender la memoria de su padre y se radicalizó cuando vio a su novia casada con otro.
¿Y en qué se diferencia un poeta de un político?
En que el primero dice tonterías inofensivas y el segundo es experto en felonías vergonzantes.

Como aquella del mercenario Bertrand Duguesclin que, en la disputa por el trono de Castilla, ayudó al hermano que mejor le había pagado a matar al que le había pagado menos, allá por la cada vez más cercana Edad Media.

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