Gran lección la que han dado a las derrochonas democracias neoliberales del mundo los gobernantes idealistas de Cuba y Venezuela, al comprometerse a unir esfuerzos en beneficio de sus pueblos.
Raul Castro, que como hermano ha heredado Cuba de Fidel, está de visita en Caracas para estrechar lazos con Hugo Chávez, empeñado en legar a su muerte la Venezuela de la que se apoderó a quien la obtenga en subasta.
Cuba sobrevive desde hace cuarenta años de la caridad—que se llamaba solidaridad socialista—de la extinta Unión Soviética y, desde que ésta quedó reducida a Rusia, de lo que le va sacando al venezolano Chavez.
Castro y Chavez, el mismo día de la llegada del cubano, firmaron acuerdos para crear empresas mixtas entre los dos países, en los sectores del petróleo y las comunicaciones.
No se ha detallado la aportación de cada uno para que puedan calificarse de mixtas las empresas que crearán, y los observadores conspicuos de la realidad actual y de la evolución previsible de Vezuela y Cuba han caído en un estado de perplejidad casi catatónica, por sus esfuerzos para develar el misterio,
Aunque la cubana es una sociedad cerrada y su Estado se protege de sus alevosos enemigos tras una cortina de impenetrable secreto, los observadores desconfían de los rumores que apuntan a que sus científicos han desarrollado tecnologías revolucionarias para la extracción y refinado de crudos.
Tampoco aciertan a vaticinar la aportación de Venezuela al sector de las comunicaciones, ya que depende de tecnología importada.
Un sagaz analista de la realidad de esos dos, y de otros países de la zona, sugiere que, en las empresas petroleras, Venezuela aportará el crudo, en parte refinado, para que Cuba lo consuma.
En cuanto a las comunicaciones, Cuba aportará el discurso ideológico que la empresa mixta, montada con capital venezolano, difundirá por todo el mundo.
Podría haberse esperado de regímenes como el bolivariano de Venezuela y el castrista de Cuba, que coinciden en apellidarse “revolucionarios”, que hubieran encontrado una forma más original de cooperación.
Porque, desde tiempo inmemorial, en el corrompido mundo capitalista, funcionan las empresas mixtas, aunque se las conozca por joint ventures, en las que cada uno de los socios comparte los riesgos de echarlas a andar y se reparten los beneficios.
Lo revolucionario del invento cubano-venezolano es que la pasta la pone únicamente Venezuela y la que se lo lleva calentito es Cuba.
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