miércoles, 30 de septiembre de 2009

INOPORTUNA CORAZONADA OLIMPICA

La corazonada que la megalomanía de su alcalde ha inspirado a los madrileños arruinará la ciudad, si le conceden organizar los Juegos Olímpicos de 2016.
El cuento ideado por Alberto Ruiz Gallardón tiene un final tan feliz como improbable: Madrid obtendrá 404 millones de beneficios, diferencia entre los 2.127 millones de ingresos y los 1.723 de gastos de los Juegos.
Las partidas de ingresos presupuestados incluyen 540 millones que aportará el COI, 524 de patrocinadores, 404 por venta de entradas y 19 de loterías.
Entre los gastos destacan los 973 para instalaciones no destinadas a competición (Villa, Olímpica, Centro multiconfesional de cultos, restaurantes, policlínica, reforma del Estadio Olímpico y Centro acuático.
Del presupuesto para la celebración de los juegos—el chocolate del loro del total—se excluyen las inversiones más onerosas y que se costearán con dinero público: 14.761 millones para infraestructuras y 550 millones para garantizar la seguridad.
Al Estado, a través de sus administraciones nacional, comunitaria y municipal, corresponde pagar esos gastos y el Consejo de Ministros destinó el 16 de Enero 15.345 millones de euros para respaldar la candidatura olímpica de Madrid.
Podría decirse que esos gastos se traducirán en beneficios futuros para España y para Madrid pero, exceptuando los juegos de Atlanta y Los Angeles todos los demás se saldaron con cuantiosas pérdidas.
Emplear los escasos fondos del Estado para organizar los juegos en situación de menos penuria que la actual no habría chocado pero ahora es, por lo menos, una frivolidad inoportuna.
Medio millón de madrileños se juntaron en la plaza de Cibeles la semana pasada, contagiados de la corazonada de su alcalde, que esos días les estaba notificando un incremento de impuestos municipales del 50 por ciento, por el cobro de la tasa de recogida de basuras.
Ese canon, hasta ahora subsumido en el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) y que Gallardón ha decidido cobrar adicionalmente, ayudara al alcalde a pagar el derroche de su corazonada. Y los madrileños, tan felices.

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