A los que tanta palabrería vana han derrochado culpándolo de que no ahorra en los gastos de su gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero los ha desmentido con hechos: ha viajado a Bruselas sin Miguel Ángel Moratinos.
Lo demuestran las imágenes que la noche del jueves mostró la televisión, y la televisión no miente.
Con la prestancia de Gary Cooper en High Noon, la película que los cines españoles exhibieron como “Sólo ante el peligro”, Zapatero subió a pecho descubierto los escalones de entrada del edificio donde los dirigentes europeos se reunieron a coordinar, mientras cenaban, su posición en la reunión del G-20 de Pittsburg.
Subíó Zapatero sin una vacilación, digno, sereno y sonriente. Acentuó el gesto jovial de su rostro cuando tendió la mano al anfitrión, el prime r ministro sueco Fedrick Reinfeldt y, extremando su cordialidad, le palmeó la espalda.
La modestia habitual de Zapatero y su recato al vanagloriarse de sus éxitos impiden calibrar el que, sin la menor duda, habrá cosechado también en la cena de Bruselas.
Sin miedo a la exageración, los españoles pueden estar seguros de que el Presidente de su gobierno habrá sonreído a todos sus colegas con la misma expresiva efusión que en reuniones en las que lo acompañaba el ministro de Asuntos Exteriores Miguel Angel Moratinos.
Pero, ¿ha merecido la pena ahorrar al estado el costo adicional del desplazamiento del ministro?
No está claro porque Moratinos hubiera cenado gratis y, con su ausencia, no ha podido efectuarse la cumbre que en cada reunión internacional celebran mano a mano ministro y presidente, que si no es con el único, es con el que con más asiduidad habla Zapatero en esos guateques internacionales.
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