El visto bueno de la Comisión Europea a las medidas de Grecia para reducir su déficit presupuestario de casi el 13 por ciento en 2009 dista mucho de garantizar que, aun cumpliéndolas al pié de la letra, saque a ese país de la crisis.
Las medidas propuestas por Grecia y aprobadas por Joaquín Almunia el miércoles en nombre de la Comisión consisten en la congelación salarial de los funcionarios y la subida de impuestos a los combustibles.
Joseph Stiglitz, profesor de economía de la Universidad de Columbia y Premio Nóbel de economía en 2001, ha expresado dudas sobre la eficacia de ese plan.
Advirtió que las medidas para reducir el déficit tendrán el efecto inmediato de frenar el crecimiento de la economía si, simultáneamente, no se asignan fondos a proyectos de desarrollo y se estimula la liquidez crediticia para las empresas.
El profesor vaticinó que la ralentización del crecimiento económico se traducirá inevitablemente en la bajada de ingresos fiscales y en el aumento del déficit que se pretende reducir.
Otros expertos aconsejan prudencia sobre el plan griego aprobado por la Comisión Europea como herramienta adecuada para la solución de los problemas que acosan a la economía de Grecia.
Calculan que la reducción a la mitad del déficit presupuestario, que se cifra ahora en el 13 por ciento, disparará la tasa de paro al 16 por ciento, desde el 9,3 actual.
Aunque no tanto como la griega, la situación de la economía española inquieta también a sus socios de la Unión Europea.
La deuda española, cifrada en alrededor del 70 por ciento del PIB, es mucho menos gravosa que la griega que se sitúa en el 115 por ciento de su PIB, pero la tasa de paro española más que dobla a la griega y el déficit es solo un punto menor.
Aunque menos hirsuta que la griega, la barba española haría bien en ponerse a remojo, en vista del trauma que está causando su rapado al vecino del otro lado del Mediterráneo.
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