La tozudez de la lluvia y la monotonía de su murmullo acentuaron la crónica melancolía de los viejos del bar de El Pitorro y propició que su tertulia se encauzara por los vericuetos filosóficos de las artimañas del Poder.
--“El que gana las elecciones”—sentenció Salomón Cabeza Sagaz—“es como el que se queda con la mocita a la que todos pretenden”.
--“Se queda con la moza”—puntualizó El Ditero con aire de entendido—“porque es el que más vale de todos los pretendientes”.
Salomón, al que a sus espaldas conocían por Alfonso Décimo—encendió un Ducado, expelió una bocanada de humo, le dio un tiento al catavino de manzanilla y concedió a medias:
--Si no necesariamente el que más vale, el que se lleva a la mocita es el que tiene la habilidad de convencerla de que sus rivales son peores.
“Hay galanes con aires de porteño malevo que cortejan a la piva sugiriéndole que escaparán de su desdicha solo si le entregan”.
“Otros galanteadores emplean la táctica opuesta para conseguir lo mismo. Le explican que hay otras más desgraciadas que ella y sugiere que, a su lado, será siempre dichosa, feliz y envidiada por las demás”.
Ramón Pichaymedia que, como a hombre práctico no le gustaba andarse por las ramas, resumió:
--“El primer galán es Rajoy y el segundo Zapatero y si no he entendido mal, los dos engañan a la muchacha para llevársela a la cama. Pero el que la asusta es peor que el que la entusiasma”.
Alfonso Décimo expelió un compasivo suspiro y los aleccionó:
“La herramienta del político para ganar elecciones es la misma que la del enamorado para conquistar a una mujer: enajenarla para que, en la confusión del embeleso, sea su instinto y no su razón la que decida. Tan falaz es prometerle la felicidad como pronosticarle la desgracia, porque el que hace la promesa no controla el futuro.
Como a Pichaymedia lo único que le importaba es que una arroba son once kilos y medio se impacientó:
--Pero, ¿quien es peor, Rajoy o Zapatero, quien confunde más a los españoles?
--Las consecuencias de la confusión que provoca el catastrofista son menos dañinas que las del iluso porque el ser humano se adapta más fácilmente al bienestar inesperado que a la desgracia imprevista.
--¿Entonces?
--Que aunque Rajoy asuste a los españoles, Zapatero es más turbador.
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