Mariano Rajoy es un Santo de la Democracia porque, aunque ignore las reglas por las que funciona el sistema político español, su fe lo obliga a servirlo.
Gracias a la fe, Teresa de Calcuta superó la contradicción entre la Bondad Divina y los sufrimientos humanos que cada día palpaba.
La fe salvó a Teresa de Lissieux de la certidumbre nihilista a la que la inducía su razón y le permitió seguir creyendo en la inmortalidad del alma.
Mariano Rajoy evidenció en la sesión del Congreso en la que Zapatero anunció que se desdecía de lo que predica desde que llegó a la política su fidelidad al sistema político español.
Es una creencia más inconmovible que la de las dos Santas Teresas en la fe de su cristianismo.
Si es verdad, como dicen, que no remató su intervención anunciando una moción de censura contra Zapatero para no perjudicar los intereses de España porque alentaría la inestabilidad de los mercados, la ingenua fe de Rajoy en el sistema merece que lo eleven a los altares de la política.
El sistema por el que se hace política en España desde 1975 prima el provecho del individuo y supedita el interés de la colectividad al propio.
Se abusó tanto del concepto Patria durante el franquismo que Patriotismo y Fascismo siguen siendo sinónimos.
Puede que tenga razón la izquierda cuando tacha de fascistas a sus adversarios de la derecha, porque todavía no se han enterado de que, si quieren alcanzar el poder, deben primar sus intereses electorales, aunque contradigan el bien de la Nación.
La izquierda sabe cómo funciona el sistema: Felipe González se opuso a la OTAN cuando le convino y abanderó la permanencia en la Organización cuando le interesaba.
Zapatero negoció con ETA cuando esperaba sacar provecho y la persiguió cuando lo beneficiaba. Estimuló y enfrió el separatismo catalán de acuerdo a su propio interés electoral y se opuso o impulsó la intervención española en guerras ajenas según sus intereses particulares.
Con el mismo desenfado con que se opuso a la austeridad que todos exigían, anunció el mayor recorte de bienestar social desde 1959.
La izquierda sabe que el objetivo primordial de la actividad política es alcanzar el poder y, una vez conseguido, conservarlo a cualquier precio.
Es el de la izquierda un uso de la dialéctica al servicio de la política coyuntural, sin valores permanentes ni verdades inmutables.
Esa flexibilidad en la utilización de la política como mecanismo para conseguir fines inmediatos es la que le falta a Rajoy, a su Partido Popular y a la Derecha Española.
Por eso, salvo que la izquierda se haga el hara kiri, a la derecha española le corresponde la oposición, y no el gobierno.
1 comentario:
El inteligente uso de la ironía, querido Miguel, es, en ocasiones como ésta, más elocuente y convincente que la denuncia abierta y directa. La ironía obliga al lector a descifrar su intención y sentido; la denuncia, especialmente en temas políticos, pasa ligera, sin apenas estimular el uso de nuestro sentido crítico.
Aristóteles recurría con alguna frecuencia a esa forma de argumentación denominada por los tratadistas de la lógica "reductio ad absurdum". Ironía al cubo.
Un abrazo, Joaquín.
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