Entre Enero y Marzo pasados, según los resultados del barómetro que en este mes de Julio publicó el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), un 51,5 por ciento de los catalanes creía que el paro era su más aguda preocupación.
De lejos, y por orden decreciente, la inmigración (7,3 por ciento) y sus políticos (7,1 %) eran las preocupaciones más acuciantes de los catalanes.
Puede que quienes elaboraron la encuesta y sus preguntas fueran unos ineptos y que ignoraran qué preguntar y a quiénes les preguntaban porque ni se les ocurrió interrogarlos sobre un problema tan acuciante que ya ha dejado de serlo: la celebración de corridas de toros en Barcelona.
Como, en todo en ésta vida, caben dos posibilidades: que el CIS no sepa hacer encuestas o que los políticos, a los que se destinan sus resultados para ayudarles a resolver las inquietudes de la gente, ignoren esa herramienta, supuestamente útil.
Si el primero es el caso, suprímase el CIS y todos los gastos que su mantenimiento representa, en éstos momentos de crisis.
Si el caso es el segundo, suprímase a toda la clase política que, en lugar de resolver los problemas que la gente tiene, se inventa triquiñuelas para que se olviden de los que les preocupan y que son incapaces de resolver.
Como no se debe ser tajante ni dogmático en un Estado Democrático de Derecho, puede que el Pueblo, por mucho que se halague su sabiduría, no tenga ni idea de lo que quiere, ni sepa a ciencia cierta lo que le conviene.
En ese caso, seamos audaces y cortemos por lo sano: que el Pueblo sepa que en éste de ahora, como en cualquier régimen político pasado y futuro, lo que le corresponde es obedecer a quien mande, aplaudirlo mientras mande y denigrarlo cuando pierda el poder.
Y pagar impuestos, naturalmente.
1 comentario:
Pobrecitos catalanes o, quizás mejor dicho, pobrecita Cataluña. Las payasadas de sus dirigentes políticos van en aumento, a medida que la influencia real de Cataluña en la economía y la cultura del resto de España va decayendo de manera implacable.
José Luis Carod Rovira, José Montilla, José Antonio Durán Lleida... ¡vaya trío de bufones para enmascarar la decadencia catalana y distraer a los buenos catalanes de la misión que los nuevos tiempos exigirían de ellos!
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