martes, 2 de noviembre de 2010

ELECCIONES: ¿BOXEO O LUCHA LIBRE?

El combate entre un boxeador y un luchador de pressing catch lo perderá siempre el segundo, a menos que el primero se autolesione.
El boxeador golpea con sus puños el rostro y el torso de su adversario para derribarlo y que no se levante antes de que el árbitro cuente diez.
El luchador de lucha libre profesional, un espectáculo que se autodefine como “pelea deportiva simulada”, colabora con su rival para entretener y divertir al espectador. El vencedor, predeterminado por la conveniencia del promotor, es lo que menos importa.
Los enfrentamientos electorales del Partido Socialista Obrero Español y el Partido Popular parecen espectáculos promovidos por la “World Wrestling Entertainment” (“Espectáculos Mundiales de Lucha”), como se llama la asociación que desde 1990 regula el entretenimiento del pressing catch.
PSOE y PP se enfrentan en un mismo ring, acotado por las doce cuerdas que forman el cuadrilátero: campaña, propaganda electoral y ritual de declaraciones teatralmente descalificatorias del adversario previas al combate.
El PSOE, que hace de boxeador, no tiene más objetivo que ganar el combate, y golpea al adversario con la mayor saña y contundencia que su reglamento le permite.
El PP sigue las normas de amagar y no dar propias de las peleas deportivas simuladas del “World Wrestling Entertainment”, que excluyen infligir daño al contrincante.
Hay veces en las que el PP gana como podría ganar el luchador de lucha libre si el boxeador, al medir mal la trayectoria del golpe contra su adversario, se golpeara a sí mismo.
Así ocurrió cuando, tras 14 años de gobierno de Felipe González, el PSOE perdió por sus enfrentamientos internos, la corrupción generalizada y la ruina económica que propició.
Dicen que la deuda exterior, el paro, el empobrecimiento general y el desprestigio del gobierno de Rodríguez Zapatero al volverse en su contra medidas destinadas a dejar fuera de combate al PP, podrían costarle el poder en 2012.
Zapatero, con su partido en estado de sonambulismo por la bonanza económica de España tras ocho años de gobierno del Partido Popular, dejó inesperadamente fuera de combate con una serie oportunista de golpes letales al PP, prácticamente groggy tras un sangriento atentado terrorista.
Si los del Partido Popular volvieran a gobernar España dentro de dos años, será gracias al castigo de Zapatero a su parroquia electoral y no por las filigranas y cabriolas de Rajoy, que ha cumplido escrupulosamente las normas de la “pelea deportiva simulada” en los seis asaltos anuales que ya han discurrido desde que saltó al cuadrilátero.
Si el árbitro del combate fuera independiente del promotor, ya habría parado hace tiempo el espectáculo, tras descalificar al luchador de pressing catch por falta de combatividad.
Aunque todos sospechen que el de las elecciones es un tongo, no conviene que a los espectadores les confirmen sus dudas. Podrían dejar de comprar las entradas y arruinar el negocio.

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