La píldora anticonceptiva, el technicolor y la cerveza en lata fueron algunas de las innovaciones que, desde los Estados Unidos, se difundieron imparablemente al resto del mundo.
El “tea party”, ese difuso causante del severo correctivo de Noviembre al etéreo Barack Obama, amenaza contagiar al resto del planeta su filosofía contra el exceso de intervención estatal en la vida de los ciudadanos.
El que ahora se conoce como “Tea Party” es un sentimiento recurrente en los norteamericanos contra la insaciable tendencia del estado a asumir la solución de los problemas a los que se enfrentan los individuos.
Son “movimientos” que, en los últimos 60 años, surgieron espontáneamente en la sociedad en tres ocasiones y que, en las dos primeras, fracasaron al encomendar su materialización política a dirigentes inadecuados.
El primer “movimiento” regeneracionista de la sociedad civil frente al gigantismo estatal fue una reacción contra la considerada excesiva intervención estatal del New Deal que el demócrata Franklin D. Roosevelt impulsó para superar la depresión de 1929.
El segundo surgió contra la asunción de competencias federales hasta entonces desempeñadas por los gobiernos de los estados, y los gastos de la carrera espacial y la guerra de Vietnam, impulsados por los demócratas John Kennedy y Lyndon Johnson.
El tea party, el tercero de esos movimientos que aún se está gestando, aspira a impedir que el gobierno federal se inmiscuya en lo que específicamente no le señale la Constitución.
( Aunque la Constitución no le dé atribuciones, el Gobierno Federal de los Estados Unidos destina fondos, que según el Tea Party debería retirar, a subsidios de jubilación, sanidad, educación y desempleo).
Es el Partido Republicano el que, en todos los casos, ha apadrinado esos sentimientos contra el excesivo intervencionismo estatal, aunque encuentra amplio eco entre votantes tradicionales del Partido Demócrata.
El senador por Ohio Robert Taft--para quien el mayor peligro al que se enfrentaba el pueblo norteamericano en la época de los totalitarismos nazi de Adolf Hitler y comunista de Josef Stalin era la intromisión del Gobierno Federal de Estados Unidos en la vida de los ciudadanos—fué el dirigente del movimiento regeneracionista desde 1940 hasta su muerte en 1952.
Aunque sin suficiente convicción ni ambición política, Barry Goldwater personificó en su fracasado objetivo de conseguir la Presidencia en 1964, como candidato del Partido Republicano, el segundo intentó de podar el poder estatal.
Las campañas electorales, plataforma primordial para la difusión de ideas políticas, son ocasión propicia para hacer llegar a los electores de forma comprensible lo que el candidato propone.
En el mitin que dio del 30 de mayo de 1964 en Riverside (California), Barry Goldwater advirtió:
“Cuando algún burócrata estatal os diga y os convenza de que el Estado cuida mejor que vosotros la salud y la educación de vuestros hijos, de que no os preocupéis del bienestar de vuestros padres porque el Estado los cuida en su vejez, ni ahorréis para disfrutar una vejez cómoda porque el estado os garantiza la paga de jubilación, habréis renunciado a vuestra libertad”.
Es el del Tea Party, como las ediciones que lo antecedieron, un movimiento que, en la división ideológica clásica puede calificarse de derechas porque recupera para el individuo las decisiones que, con la argucia dialéctica de que lo hace en su beneficio, el Estado le ha ido incesantemente arrebatando hasta reducir al individuo, de dueño del Estado como herramienta a su servicio,a herramienta al servicio del Estado.
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