viernes, 28 de octubre de 2011

LA CHACHA Y EL NIÑO PIJO

Los partidos políticos aprovechan las campañas electorales para propagar su ideología, por lo que los socialistas se han servido ya de la que ahora arranca para adoctrinar a los votantes en la conveniente inevitabilidad de estructurarlos como sociedad de replicantes clónicos.
Si todavía no lo han hecho, fíjense bien en el tufo marxista del mensaje determinista del vídeo que interpretan la uniformada chacha proletaria y el remilgado adefesio a su cuidado, que ya se insinúa como explotador capitalista.
Hasta para los más ingenuos, los socialistas proponen como axioma que los ricos descienden de padres ricos y los pobres de padres pobres.
Puede que eso sea cierto y puede que no lo sea.
En el primer caso, ¿para qué alientan falsas esperanzas en los desfavorecidos por la fortuna, instándolos a que se líen la manta a la cabeza en una lucha de clases inútil, si el encasillamiento social viene predeterminado por el de los progenitores?
En caso de que el mensaje socialista sea una falacia, sus consecuencias serían todavía más preocupantes:
Los hijos de padres proletarios que consigan ascender peldaños en la escala social y económica y los hijos de ricos que hayan descendido en esa escala podrían dudar si sus progenitores reales son los que figuran como tales en sus partidas de nacimiento.
Un hijo oficial de proletario que ascendiera en la escala social hasta alcanzar el bienestar de empresario podría sospechar que su verdadero padre no fue el obrero que figura en su partida de nacimiento, sino el patrón que lo empleaba.
Y el hijo oficial de padre rico que en su edad adulta se quedara sin un duro, ¿no podría sospechar que su nacimiento se debió a un desliz de su madre con alguno de sus criados?
Los socialistas se deberían dejar de coñas, retirar el vídeo de la criada y el niño pijo a su cuidado y dedicarse a trabajar como peones camineros (a las órdenes, y sin discutir de un ingeniero de caminos), y a cobrar subvenciones, que es para lo que, según su mensaje electoral proclama, están programados por un destino ineludible.

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