Coincidieron en
Lisboa los secretarios generales de Comisiones Obreras (Antonio Gutiérrez), UGT
(Nicolás Redondo) y LAB (Rafael Diez Usabiaga) y, en la conferencia de prensa
conjunta que concedieron, les propuso un periodista que revelaran el número de afliados
de sus sindicatos.
--¿Quién es ese? preguntó Redondo visiblemente disgustado a
su compañero de asiento, antes de afear al entrometido por qué no preguntaba el
número de afiliados de los partidos políticos.
Evidentemente, ni
Redondo ni sus supuestos rivales sindicales contestaron a la pregunta del
ingenio periodista que suscribe.
Por eso, si ni
siquiera revelan el número de afiliados cotizantes (si es que tienen
alguno),¿cómo van a informar de buena gana en qué se gastan el dinero que
manejan?
Si los gobiernos
españoles se decidieran a dejar de ser cómplices de las organizaciones
sindicales y patronales, darían por buenas las objeciones de sus representantes a someterse a la ley de transparencia.
Nunca debería el
Estado haber contribuido con fondos públicos al desmadre de las cuevas de Alí Babá que son sindicatos,
organizaciones patronales y partidos políticos, si se hubieran financiado
exclusivamente con las cuotas de sus asociados o afiliados.
Así, los
sindicatos dejarían de proclamar que representan a la clase obrera para ceñirse a la representación de sus cotizantes y otro tanto harían los partidos y las
organizaciones patronales.
No hay nada más
chusco que ver hombro con hombro y como
socios a los mandamases de comisiones y ugt que, de hecho, deberían comportarse
como competidores y rivales, ya que ambos compiten por un mismo mercado, los
trabajadores.
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