La hierba que brotó con la otoñada
se acurruca en su manta de
neblina.
Ya platea la escarcha en las
encinas
el negro de sus hojas
aceradas.
En un cerro de retama
asilvestrada
Canta una perdiz, que vaticina
la inminencia del sol, que
ya ilumina
con cárdenos reflejos la
alborada.
En la copa verdinegra de un
olivo
alborotan los pardos
gorriones,
canta desde el corral un
gallo altivo
y se oye en la dehesa
esquilones.
Resucia el día, otra vez vivo
y el cielo es azul, sin
nubarrones.
Palma del Río, noviembre 2013
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