jueves, 12 de diciembre de 2013

LAS MISMAS FIESTAS, PRETEXTOS DISTINTOS



La Navidad que celebra el nacimiento de Cristo ya  se festejaba desde  antes del cristianismo, posiblemente a partir de que el hombre tuviera conciencia de que la Tierra que ocupa forma parte del universo en el que está integrada.
Era esa interrelación entre la tierra y el universo la que marcaba el solsticio de invierno o de diciembre.
Era el momento, alrededor del 21 del actual diciembre, en que era más larga la noche y el sol alumbraba durante menos tiempo el hemisferio norte.
A partir de ese día aumentaba paulatinamente el tiempo en que la luz solar daba su luz y calor.
El solsticio de invierno marcaba, pues, el renacimiento del sol después de meses de agonía.
En el hemisferio sur, el solsticio de diciembre marca la noche más corta y el día más lago.
Celtas y romanos antes de Cristo, como sus descendientes cristianos después,  festejaban de forma similar el solsticio de invierno, que presagiaba el renacimiento del sol o el nacimiento de Cristo: encendiendo fogatas o iluminando profusamente las calles con luces eléctricas.
Nada cambia, excepto el nombre que se dé al cambio.

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