“Jang Song-thaek, tío del líder norcoreano y número dos del régimen,
ha sido ejecutado tras ser condenado a muerte por un tribunal militar, informó
hoy la agencia estatal del régimen comunista, KCNA.”(Titular en la prensa de hoy,
viernes).
A las cándidas almas convencidas de que el ser humano es puro y
noble y que es la sociedad la que tuerce su inclinación natural a la
solidaridad y al amor, esta ejecución debe haberlas horrorizado.
¿Por qué? Porque creen que si ese hombre naturalmente bueno se
hizo malo por las malas influencias sociales a que estuvo sometido, si se le
rodea de condiciones ambientales regeneradoras, como son las cárceles, puede
reintegrarse en la sociedad como el alma cándida que originalmente fue.
Por supuesto, rechazan que un delincuente casual que entra en
una cárcel recibe en ella un curso más o menos intensivo para adquirir los
conocimientos que le permitan volver a delinquir, mejor capacitado para evitar
que vuelvan a encarcelarlo.
Pero fuera zarandajas y vayamos a la doctrina social de los
buenistas: son los intereses económicos los que corrompen la condición humana
y, por consiguiente, a la sociedad humana.
Porque, desde esa filosofía de la bondad del individuo torcida
por las aberraciones sociales, si el pobre ejecutado coreano hubiera sido
conservado vivo en la cárcel durante muchos años, habría regresado
puro y bueno de nuevo a la sociedad.
Para ello, la sociedad habría tenido que pagar los gastos de su alimentación,
vigilancia, alojamiento y terapias de rehabilitación a cargo de sicólogos pagados,
para que lo sometieran a charlas teóricas que, por lo menos, contrarrestaran la
mala influencia del contacto diario con delincuentes profesionales.
Al término de su condena, Jang Song-Thaek habría sido devuelto a
la sociedad mucho mejor capacitado para que, cuando volviera a delinquir, burlara la acción de la justicia.
Los dirigentes de la nación norcoreana, el único país que sigue
aplicando a su acción revolucionaria de Gobierno las prácticas de la edad de oro del comunismo, han decidido
que una bala resuelve más eficazmente el problema del tío del omnipotente dirigente
norcoreano que, hasta que descubrieron que se gastaba el dinero público en
drogas y casinos, era el segundo hombr4e más poderoso del régimen. Que descanse
en la paz que perdió.
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