La Rusia zarista, comunista y la seudodemocrática
actual han acomodado la mayor o menor liberalidad de su tiranía central como
forma de gobierno a lo largo de la historia.
Pero sigue inmutable el miedo
eslavo a la amenaza de sus vecinos, contra la que Pedro I formuló e inició los tres principios básicos para la
supervivencia del estado ruso:
1.- Proteger su panza de la agresión
austro-germana.
2.- Fijar un extenso colchón de
tierra segura que aisle a Rusia de China.
3.-Controlar puertos marinos libres
de hielo para salir a mar abierto.
--El primero de esos objetivos,
ahora en peligro por la temida salida de Ucrania de la órbita rusa de
influencia, lo cumplió con las fronteras trazadas tras la segunda guerra
mundial entre las republicas socialistas europeas y la Europa Occidental, de
influencia norteamericana.
--El gobierno ruso, que no
descarta la amenaza de China, teme que el frenético desarrollo económico
impulsado por los gobiernos postmaoístas desemboque en un movimiento de expansión
territorial, por lo que vigila atentamente el rearme y la modernización militar de su vecino oriental.
--El Zar Pedro I encontró salida
libre al mar con la construcción del puerto de San Petersburgo (Leningrado) en
el mar Báltico, fácilmente bloqueable en su salida al Atlántico.
El único puerto libre de hielo de la Rusia europea es el de Murmansk, en
la península de Kola, en el Ärtico, con poco conveniente salida al Atántico
Norte.
Los puertos de Petropavlosk, en la remota Kamchatska y Vladivostock,
ambos en el Pacífico Norte, quedan muy alejados de las zonas estratégicas de
decisión mundial.
(El apoyo de Rusia a Argelia para establecer un gobierno independiente
amigo en el Sáhara español le habría permitido salida franca al Atlántico Central
y, sin la ayuda de la CIA norteamericana a los talibanes contra el ejército
ruso en Afganistáno, la Unión Soviética habría logrado salida al Océano Indico).
Si el desenlace de la crisis que por ahora ha forzado la fuga de su
aliado Yanukóvich se tradujera en el establecimiento en Ucrania de un régimen
hostil a Rusia, el cordón de seguridad que formuló y comenzó a crear el Zar
Pedro I en el siglo XVIII podría interpretarlo el gobierno de Moscú como
amenaza a su seguridad.
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