Democracia es el
sistema de organizar la sociedad, que proclama al pueblo depositario y soberano del Poder.
La elección
mediante sufragio para designar a los encargados de administrar el poder es
solo uno de los métodos para aplicar la democracia, pero por sí mismo no es
democracia.
En esencia, el
ejercicio de la democracia requiere que convivan en plan de igualdad tres
poderes, independientes entre sí, y cada uno de ellos igual de necesario para
equilibrarse y que no se imponga ninguno a los otros.
Esos tres
poderes son el legislativo, el ejecutivo y el judicial.
Es tarea del
legislativo aprobar leyes, cuya aplicación corresponde al ejecutivo y es
cometido del poder judicial vigilar que las leyes promulgadas y su aplicación
se adecuen a la legalidad.
Es necesario,
para eso, que la independencia de cada uno de los tres poderes respecto a los
otros dos sea nítida, de manera que el
legislativo legisle, el ejecutivo ejecute y el judicial juzgue.
¿Qué ocurre en
la actualmente llamada democracia en España? Que, de hecho, el ejecutivo nombra
a la mayoría de los miembros del legislativo que por ello le deben obediencia,
y que ejecutivo y legislativo (cumpliendo órdenes del presidente del ejecutivo)
designan a los miembros de los órganos de administración del legislativo.
Los diputados
son los responsables (y no los votantes, como se les hace creer) de nombrar al
presidente del ejecutivo, al que eligen presidente del gobierno, en pago por el
acta de diputado que les facilitó.
Aunque no
repitiera una segunda legislatura, al presidente le corresponde, por
calendario, confeccionar las listas y el orden de los candidatos para las
siguientes elecciones legislativas. Si algún diputado incumpliera las ordenes
del secretario general-presidente del gobierno, quedaría fuera de las listas
siguientes.
Como el
presidente del gobierno no podría ordenar el voto de sus diputados para manipular legislativo y judicial, las
transmite como secretario general o presidente de su partido.
Es pues el
candidato a presidente de gobierno, en sus funciones de secretario general o
presidente de su partido, el que ordena a sus diputados cómo han de votar para
que le hagan fácil su vida de presidente del gobierno.
Mientras los
cargos de jefe de partido y jefe de gobierno sigan recayendo en la misma
persona, la división de poderes que requiere la democracia es imposible.
Quizá si, al
ocupar la presidencia del ejecutivo se viera obligado a ceder la presidencia o
la secretaria general del partido a otra persona, le estimularía su ambición y se atrevería a marcar distancias
con el presidente del gobierno.
Pero, desde
1978, por mucho que enfaticen en apodar el sistema político español de
democracia, en España rige una dictadura cuatrienal obtenida mediante elección
de desconocidos para los votantes, escogidos para ocupar un lugar de elección
probable en las listas por el que exige lealtad, a cambio de un trabajo fácil
(solo tiene que decir lo que le manden), lucido y bien pagado.
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