Cuando dentro de
2014 años se cuente la historia que ahora estamos haciendo, éste período se
conocerá como “edad de las encuestas”, un tiempo en que solo era verdad lo que
los sondeos de opinión decían que era verdad.
(Hay que
aclarar que la encuesta refleja no la verdad, sino lo que la mayoría de los
encuestados creen que es verdad, que sin embargo puede ser mentira porque,
citando a José Antonio Primo de Rivera, “la verdad y el deber son valores
permanentes de razón”).
Citemos al
Juan de Mairena del ídolo de la izquierda Antonio Machado, para que no me llamen
filofascista (qué horror), que en eso coincidía con José Antonio: “la verdad es
la verdad, la diga Agamenón o su porquero”.
Lo más
importante de las encuestas no son sus resultados, sino las consecuencias que
de su interpretación se extraiga.
Hay una bien
reciente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que marca en el 16,
3 el porcentaje total de españoles que estaría dispuesto a defender con las
armas a España, si se produjera una invasión extranjera.
Es evidente
que mantienen esa postura pasiva por dos razones:
a) porque creen que su vida es más valiosa que
la independencia de España. b) porque creen que la independencia de
España vale menos que la vida de cualquiera de sus 47 millones de habitantes.
En definitiva,
que a los españoles les preocupa más su bienestar y seguridad personales que el
bienestar colectivo, que es lo que dicen los políticos que es lo que les
interesa cuando piden el voto.
Silogismo:
A los
españoles les importa sobre todo su bienestar personal.
Los políticos
que gobiernan España son españoles.
Luego a los
políticos les interesa sobre todo su bienestar personal.
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