Los que viven
del cuento nos incitan a los que les
pagamos para que del cuento sigan viviendo a que nos enzarcemos en discusiones
sobre falsas disyuntivas que aparten la atención sobre lo que realmente nos
preocupa.
Porque lo que
realmente preocupa al hombre (uso el genérico para que englobe a hombres,
mujeres, ambiguos, viejos y hasta sevillistas) es satisfacer sus tres
necesidades instintivas: comer, fornicar para reproducirse y mandar para que no
le manden.
Pues bien, si
la palabra es la herramienta de que se sirve el hombre para difundir sus
sentimientos (“de la abundancia del corazón habla la boca”) ¿qué preocupaciones desbordan el corazón de los
españoles y que traducen en sus conversaciones?
1.- La secesión
o no de Cataluña
2.- El impune
latrocinio de caudales públicos por funcionarios públicos en cargos políticos.
3.- Que, para
los que se autoretratan de izquierdas, la derecha es mala.
4.-Que, para
los que se oponen a la izquierda (no se atreven a definirse de derechas), la
mala es la izquierda.
5.- Que España
debería seguir organizándose bajo la monarquía.
6.-Que, organizándose
como República, los españoles serían más felices.
Lo curioso es que,
en los contados momentos de lucidez escéptica de los españoles, todos coinciden en que:
1.- Lo de
Cataluña les da igual.
2.- Que, que si
tuvieran la oportunidad de robar que tienen los políticos, también robarían.
3.- Que izquierda
y es la misma mierda.
4.-Que eso de
republica o monarquía les importa menos la
metempsicosis.
En definitiva,
y tras minuciosa consideración de esos puntos, se llega a la conclusión de que,
si los españoles hablan de lo que no les importa, lo hacen para escuchar su propia voz y autoconvencerse
de que no son mudos.
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