Uno es determinista y diabético
simultáneamente.
Lo primero porque cree que todo
efecto lo causa algún hecho anterior y, lo segundo, porque unas células que hay
en mi páncreas se declararon en huelga y dejaron de producir insulina.
Como determinista, estoy convencido
de que las oscilaciones en el nivel de glucosa, lo mismo que los índices que
señalan la rentabilidad de la bolsa, se deben a causas anteriores que lo
predeterminaron.
Un suponer: si el nivel de
glucosa que marca esta mañana el análisis de glucosa es más alto de lo normal,
la anomalía se debe a que las unidades de insulina que previamente me había inyectado
fueron insuficiente para la cantidad de glucosa que ingerí.
Como en la bolsa: si el índice
sube, es porque la demanda de acciones es superior a la oferta y, si baja,
porque la oferta superó a la demanda.
Pero esas verdades de Perogrullo son
insuficientes para mentes complejas, como corresponde a las del hombre-informático
de la actualidad así que, para no parecer palurdo que en el fondo sigue siendo el hombre
prefuturista, hacemos lo fácil deliberadamente complicado.
Por ejemplo, en el caso de la
diabetes podemos aducir que no hemos hecho el suficiente ejercicio físico, que
jamás hemos hecho y, en el de la bolsa, que la solución de la crisis de
Tasmania, que dura ya siglo y medio, no parece de fácil solución.
Y es en esa explicación deliberadamente
compleja de acontecimiento simples en lo que el hombre informático se
diferencia de sus sobrios antepasados, que para todo tenían una explicación
convincente: “las cosas…”
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