Yo no sé si
retrataba lo que fue o lo que les gustaría a los inspiradores que hubiera sido,
pero así me lo presentaron a mí y así lo creo.
Hablo de
aquellas inevitables películas de mi juventud en la que los productores judíos
de Hollywood recreaban los primeros años del cristianismo y la persecución de
sus mártires en Roma.
Los que iban a
morir a dentelladas de las fieras siempre caminaban hacia el sacrificio con el
rostro sereno e iluminado por la impaciencia de ofrecer su vida para reafirmar
su fé.
Viene esto a
cuento de que, como los mártires de aquella Roma cruel y de aquéllos santos
impacientes por alcanzar el destino de su santidad, más nos valdría a los
españoles acelerar el ritmo del reloj y acortar el tiempo que aún queda para
que gobierne Podemos.
Su irrebatible
líder ya lo ha advertido: según el providencial Pablo Iglesias, a los que hasta
ahora han vivido del cuento a la sombra del PSOE o del PP no les queda otra alternativa
que la de adelantarse al otro para aupar a Iglesias a la presidencia del
gobierno.
No es una
bagatela pedir a los que tan bien han vivido gracias a las penurias de sus
gobernados que más que resignados, se sacrifiquen tan alegres como los cristianos en espera de una vida
mejor: la de la Gloria
del gobierno de Podemos.
Esperemos el
gobierno de Podemos con la alegre impaciencia de los cristianos por el
remoloneo de los leones y con la entereza de Sardanápalo, que prendió fuego a
su propia pira para que sus enemigos no lo apresaran vivo ni pasaran a su propiedad
sus mujeres, hijos y caballos, con los que compartió muerte por el fuego.
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