En España, lo
que parece importa más que lo que es. La apariencia de verdad, más que la
verdad.
El caso del
contagio de ébola a una enfermera que atendió a un paciente traido de Africa
puede haber sido consecuencia de esa idiosincrasia española de preferir el
aplauso de los otros a la satisfacción propia por lo bien hecho.
Desalojaron el
hospital, aislaron el entorno del enfermo para evitar el congio a quienes lo
atendía embutidos en trajes impermeables a contactos y contagios y, por lo
menos en apariencia, emplearon los medios más caros y eficaces para que el
ébola no saliera de allí.
Pero ha
salido.
Puede que los
medios empleados fueran más aparatosos que eficaces o que los que debían
usarlos no hubieran sido todo el tiempo tan rigurosos en su empleo como el
peligro requería.
Lo cierto ha
sido que lo que puede comprarse con dinero no basta, si los que deben usarlo no
saben hacerlo durante todo el tiempo ni autodisciplinarse permanentemente y sin
descuidos.
Lo del ébola
no es un caso aislado de la idiosincracia de los españoles, quizá por
comodidad, de preferir lo que parece a lo que es.
Hace uno días
tuve que ir a un a oficina de la seguridad social a pedir un certificado
relativo a la pensión de jubilación y, compasivamente, me informaron de que sin
cita previa, que obtendría por teléfono o Internet no podrían atenderme.
Seguí
disciplinadamente la norma y volví ya con la cita concertada. Dije a los que ya
esperaban la hora de mi cita y otras dos personas más dijeron que tenían mi
misma hora.
Interrumpí la
tarea de una de los dos empleados que atendían y me dijeron que no se llamaba
al que, de los tres que teníamos la misma hora, debería pasar primero.
--Pónganse
entre ustedes de acuerdo, me recomendó.
Hay un
servicio telefónico para concertar citas médicas con la seguridad social. Sirve
y con eficacia para fijar una cita con el médico pero, para que la enfermera te
renueve una receta, hay que desplazarse (no hay transporte público) hasta el
ambulatorio, a kilómetro y medio de distancia.
Esta es la España , en la que parece y
no es imposible el contagio del ébola, la cita previa para resolver
requerimientos burocráticos o evitar desplazarse dos veces kilómetro y medio
para que te atienda una enfermera.
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