martes, 23 de diciembre de 2014

IÑAKI Y CRISTINA: EL TRIUNFO DEL AMOR



Ese sentimiento enajenante conocido por amor ha inspirado más páginas literarias que su contrario que no es el odio, sino la indiferencia.
Sorprende por eso que ni uno solo de los cien millones de españoles que han opinado con palabras o por escrito sobre Cristina de Borbón hayan invocado el embeleso amoroso por su marido como justificación de sus veleidades fiscales.
Sin embargo, es evidente que ese fue el móvil que arrastró a la princesa al tenebroso mundo en el que termina la legalidad.
¿No valen ahora los mensajes que durante generaciones se han implantado en los corazones de las niñas de que  es el amor el motor y objetivo de sus actos?
Porque, por lo que hemos leído y escuchado, el amor es conjunción de almas de hombre y mujer que desemboca en la fusión de sus cuerpos y que, en el caso de las princesas, fructifica en adorables princesitos.
      Hasta amores oscuros como el que don Juan urdió para seducir a Doña Inés y arrastrarla a la perdición se han exaltado como consecuencias fatales de la supremacía de la pasión sobre la razón.
El amor, aunque ahora se haya subvertido el orden de sus expresiones, sigue siendo junto a la envidia la fuerza que empuja a la humanidad al futuro.
Llegará el día en que, olvidados estos tiempos de relativismo materialista, algún poeta ponga como el de Iñaki y Cristina como ejemplo de amor que vence a las leyes, las normas y los prejuicios.
Héroes del romanticismo futuro que prefieren el infierno juntos al cielo separados.

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