jueves, 1 de enero de 2015

LA MEZQUITA-CATEDRAL DE CORDOBA



Aconseja la prudencia que, para no equivocarnos, esperemos a que pase el último gato para decir fú. Sólo entonces la sospecha es certeza y verdad lo que verdad parecía.
Eso es lo que ha pasado con la tabarra que, desde hace meses, está dando la Junta de Andalucía por boca de sus secuaces parea meter cuchara en la Catedral-Mezquita de Córdoba.
Rafael Rodríguez, consejero de Turismo de la Junta, en una carta recibida por el cabildo catedralicio cordobés, titular de la  catedral y gestor de su conservación y administración, acepta como “razonable” el plazo de noventa días para acordar el organismo que cogestione la explotación de la más rentable atracción turística cordobesa.
Se veía venir que a los rojos de la Junta los traía sin cuidado la conservación del monumento, para la que no han aportado ni un duro en los últimos 18 años, sino algo más tangible, menos etéreo: la pela.
Hay que conceder que, al reivindicar ser parte en la gestión de la catedral-mezquita y en sus beneficios, los rojos de la Junta son congruentes con su ideología: nada existe fuera del control del Estado que, a su vez, debe quedar sometido al control del Partido.
Es un primer paso: los siguientes culminarán cuando el partido que controla la Junta sea el único que administre la gestión de la Mezquita-Catedral.
Así lo intentaron y lo lograron total o parcialmente todos los regímenes rojos: comunistas, nazis, fascistas, franquistas, maoístas, yihadistas y, si agarrara el timón del barco, lo harán los podemistas.
Los rojos consideran que el Estado es una herramienta que les servirá para forzar a la sociedad a cambiar para asemejarse al partido, en el que las clases sociales se reducen a los que controlan el aparato del partido y los que se someten a ese aparato.
Por eso aspiran a que todo el poder (económico, político, religioso, propagandístico, social) sea del pueblo, al que el partido tiene la misión de inspirar y dirigir. Toda iniciativa individual en cualquier actividad es, para los rojos, un desafío al partido, que debe ser derrotada y erradicada.
Y las actividades religiosas que puedan desarrollarse en la Catedral-Mezquita una vez que el Partido, a través de la Junta, participe en la gestión del conjunto, serán buenas para el pueblo si favorecen al Partido que controla la Junta.

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