Aconseja la prudencia que, para no equivocarnos, esperemos a que pase el último gato para decir fú. Sólo entonces la sospecha es
certeza y verdad lo que verdad parecía.
Eso es lo que ha pasado con la tabarra que, desde hace
meses, está dando la Junta de Andalucía por boca de sus secuaces parea meter
cuchara en la Catedral-Mezquita de Córdoba.
Rafael Rodríguez, consejero de Turismo de la Junta, en
una carta recibida por el cabildo catedralicio cordobés, titular de la catedral y gestor de su conservación y
administración, acepta como “razonable” el plazo de noventa días para acordar
el organismo que cogestione la explotación de la más rentable atracción
turística cordobesa.
Se veía venir que a los rojos de la Junta los traía sin
cuidado la conservación del monumento, para la que no han aportado ni un duro
en los últimos 18 años, sino algo más tangible, menos etéreo: la pela.
Hay que conceder que, al reivindicar ser parte en la
gestión de la catedral-mezquita y en sus beneficios, los rojos de la Junta son
congruentes con su ideología: nada existe fuera del control del Estado que, a
su vez, debe quedar sometido al control del Partido.
Es un primer paso: los siguientes culminarán cuando el
partido que controla la Junta sea el único que administre la gestión de la
Mezquita-Catedral.
Así lo intentaron y lo lograron total o parcialmente
todos los regímenes rojos: comunistas, nazis, fascistas, franquistas, maoístas,
yihadistas y, si agarrara el timón del barco, lo harán los podemistas.
Los rojos consideran que el Estado es una herramienta
que les servirá para forzar a la sociedad a cambiar para asemejarse al partido,
en el que las clases sociales se reducen a los que controlan el aparato del
partido y los que se someten a ese aparato.
Por eso aspiran a que todo el poder (económico,
político, religioso, propagandístico, social) sea del pueblo, al que el partido
tiene la misión de inspirar y dirigir. Toda iniciativa individual en cualquier
actividad es, para los rojos, un desafío al partido, que debe ser derrotada y
erradicada.
Y las actividades religiosas que puedan desarrollarse
en la Catedral-Mezquita una vez que el Partido, a través de la Junta, participe
en la gestión del conjunto, serán buenas para el pueblo si favorecen al Partido
que controla la Junta.
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