Esta
Andalucía, que tanto preocupa a los españoles no andaluces, amaneció hoy alegre
y normalizada tras recuperar la tranquilidad que siguió al estado general de
preocupación, que se evaporó el domingo cuando se confirmó que Susana Diaz y su
partido socialista seguirán gobernándonos.
Hasta los
periódicos y los noticieros garantizan la vuelta a la normalidad. “Detenidos
dos delegados y 14 ex altos cargos por el fraude de la formación”, dice un
titular que leo en El Mundo.
No solo
tranquiliza esa noticia, sino que garantiza que en los próximos cuatro años no
cambiará en absoluto esta Andalucía tan peculiar que, sin políticos socialistas
que metan la mano, sería algo tan extraña como la más desolada región de
Laponia.
A ver si los
demás españoles aprenden: si quieren tener el sol, el clima, las feraces
tierras de Andalucía, la grasia de los andaluses, sus sentidas semanas santas y
sus alegre ferias, que fichen a Susana Diaz o a alguno de sus discípulos: se lo
cedemos sin cobrar traspaso.
Una
advertencia, si lo hacen, los que queden bajo su administración deben cooperar
para que su gestión dé los resultados pretendidos.
Tienen que
imitar la actitud de esos tres monos que, mientras uno se tapa la boca, el otro
se cubra los ojos y el tercero las orejas.
Si no están dispuestos
a no hablar, no ver y no oir, que se queden como están que, al fin y al cabo,
la vida es corta y respetar las leyes es un vicio al que están mejor
acostumbrados que los que sabemos no hacerlo.
A lo mejor, si
fichan andaluces para que los gobiernen, hasta los vascos, riojanos,
castellano-leoneses y navarros aprenden a cantar soleares y contar chistes.
Porque, con
los políticos que se lleven, les daremos como regalo a alguno de los muchos
genios que, en la televisión Canal Sur, organizan concursos de cuentachistes,
niños cantaores (cantaoritos) y viejos y viejas que busquen compañía.
Más que eso,
no se nos ocurre nada para que los españoles no andaluces aprendan a vivir tan
bien como vivimos los andaluces.
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