Eso del
patriotismo debe ser algo así como que, cuando te afeitas, no ves en el espejo
al viejo decrépito y malencarado que eres, sino al epítome (compendio o representación)
de las glorias y tribulaciones de una raza enraizada en el paraíso en el que
Dios puso al hombre.
Y entonces, en
vez de lamentarte admitiendo que estás jodido, te exaltas, sueltas la bic,
empuñas la Tizona y destrozas el cuarto de baño.
Puede que el
patriotismo que permanentemente está renaciendo en algún sitio sea un recurso
para consolarte con lo buenos que fueron tus antepasados y olvidarte de la nulidad
que personalmente has llegado a ser.
Cuestión de
gregarismo que le permite a la ortiga mimetizarse con las amapolas que la rodean.
Peor todavía:
renunciar a la singularidad del individuo para pasar desapercibido entre la
masa.
Si no fuera
porque la exacerbación del patriotismo suele acabar a palos, esa manía que se
extiende y crece en algunos lugares de España, sería para tomarla a cachondeo.
Por ejemplo:
suele exaltarse como héroes a ciudadanos que fueron patriotas en el pasado
porque dieron su vida por su particular concepto de Patria, que se oponía a la
idea de Patria de los que los mataron.
Seguramente,
las dos ideas opuestas eran en sí legítimas y no menos noble una que la otra.
La
reviviscencia de los patriotismos españoles, por ahora, consiste en que partes
distintas del territorio general que es conocido por España quieren separarse
del todo español para constituirse en patrias diferenciadas.
¿Y cuando algún
territorio de la nueva patria formada por la escisión de la Patria española
quiera escindirse para constituirse en Patria propia? .
Hace demasiado
calor como para ponerse as pensar en simplezas.
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