Algunos de los
que contrajimos el vicio de leer cuando muchacheábamos a mediados del siglo
pasado recordamos todavía una lectura iniciática, “Pequeñeces” del Padre
Coloma.
En un pasaje, el
Tio Frasquito, personaje chusco de la obra, percibe olor a chamusquina al ir a
acostarse, busca el origen del fuego y su miedo solo termina cuando un familiar
descubre que la llama de la palmatoria había prendido en la borla de lana del
gorro de dormir del viejo.
Hay desde hace
ya más años que meses que un olor a
chamusquina tiene en un sinvivir a los familiares de un trasunto del tío
Frasquito, pero que al propio viejo parece que ni le va ni le viene.
El
impertérrito tío Frasquito del símil es Cataluña, y el resto de España
representa a los azorados familiares, que parece que son los únicos que
huelen el olor a chamusquina que exhala la borla quemada del gorro.
O el tio
Frasquito-Cataluña es un insensato por no preocuparle el olor a chamusquina o los familiares-España
del tío Frasquito son unos histéricos pusilánimes que se asustan sin otro
motivo que refugiarse en el miedo para huir del aburrimiento.
O las dos
posibilidades simultáneas: el tío Frasquito-Cataluña quiere quemarse sin esperar a hacerlo en el
infierno y los familiares del tío Frasquito-España son tan insensatos que se
arriesgan a quemarse ellos para evitar
que se salga con la suya el que se empeña en arder.
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