miércoles, 28 de octubre de 2015

EL PODER Y LA RELIGIÓN





El poder es absoluto o no es poder: es un quiero y no puedo.
¿Y el poder del pueblo que  sustenta la democracia? Una triquiñuela para que el que disfrute de su ejercicio eluda las consecuencias de sus tropelías.
En las dictaduras, el que manda purga periódicamente al que crea que puede hacerle sombra y desplazarlo del poder.
En las llamadas democracias, el que manda destituye de sus cargos a los que ensombrecen su imperio y los sustituye por  adeptos sin poder todavía para discrepar de sus órdenes.
Tanto en las dictaduras como en las democracias, el ansia de poder absoluto es una necesidad instintiva que la razón puede enmascarar pero no abolir.
Todas las manadas, humanas o animales, necesitan un macho alfa, eso que Pablo Iglesias dice que no es, y del que depende la supervivencia de la especie, el que con su esperma fecunda a las hembras reproductoras o pastorea al rebaño para que no se desvíe del camino que trace.
Y cuanto más tiránico, irracional y absoluto sea el ejercicio del poder, mas conjuntado seguirá el rebaño.
Vean la ascendente evolución de la rama musulmana de la única religión humana, la monoteísta.
Protestantismo, catolicismo, judaísmo  y en parte el cristianismo ortodoxo,  pierden imparablemente adeptos, mientras que el islamismo los incrementa irrefrenablemente.
¿Por qué? Porque judíos, católicos, protestantes  y ortodoxos cayeron en la tentación de adecuar sus praxis a la razón enciclopedista.
Los musulmanes no. Sabiamente, acentúan su creencia en las raíces inexplicables, misteriosas e irracionales de su origen, que se sustentan en que, quien no sea musulmán, es enemigo de los musulmanes.
Sabios musulmanes, que no sacrifican la parte instintiva del hombre a su componente racional. 


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