Si los países
celebran en una fecha concreta su fiesta
nacional es porque, si no todos, la casi
totalidad de sus habitantes coinciden en que fue el día más memorable de la
Historia del Pais.
¿Y qué pasa
si cada vez más españoles se hacen los distraídos el 12 de Octubre y, si no
lamentan la fecha, tampoco la celebran?
Pues que hay
un problema que, si no se enmienda, se
hará insoportable.
Hay dos soluciones
para que las cosas queden en su sitio al gusto de todos:
a)Que se
cambie de fecha el día nacional de España.
b)Resucitar
al invicto Caudillo o clonarlo para que obligue a todos los españoles a estar contentos,
por lo menos en apariencia.
Hasta hace
poco parecía providencial que Cristóbal Colón se equivocara en sus cálculos y,
en vez de llegar a la India de las especias, pusiera pié en las doradas playas
del soleado Caribe el día de la Virgen
del Pilar.
Hecho portentoso,
sin duda porque la Madre de Cristo “en carne mortal” ( y antes de su Asunción al cielo en
cuerpo y alma), se apareció sobre una columna en la ciudad de Cesar Augusta,
posteriormente devenida en Zaragoza.
La fé, que
permite creer en lo increíble, nos permite pasar por alto esa incongruencia de
un Dios eterno para el que el tiempo es siempre presente, sin pasado ni futuro
y admitir que se equivocó, en lo referente a su familia, en las leyes que dictó
para todos los humanos.
Incongruencias
teológicas aparte, ¿de qué aprovechó a la mayor parte de los españoles el
descubrimiento de América?
Toda la plata
y el oro que de América llegaba pasaba a los banqueros para pagar las deudas
contraídas por los reyes españoles para defender en Europa los intereses del
Imperio Austriaco, no el de los reinos españoles.
Todavía
estamos a tiempo de cambiar de fecha el día Nacional de España y fijarlo para
otra, que recuerde el día en que el esfuerzo unánime de los españoles alcanzó
la felicidad compartida.
Esa fecha fue
el 29 de diciembre de 1978, día en el que el Boletín Oficial del Estado publicó
y entró en vigor el texto de la Constitución Española, y el inicio de la Democracia
tan ansiada por los españoles en los tres mil años previos.
Todos los
españoles, juntos y apretados unos con otros como los dedos de la mano cerrados
en un puño, celebremos eternamente nuestra Fiesta Nacional conmemorando el momento
en que las desgracias de España terminaron y empezó una era gloriosa de fraternidad.
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