Tal día como
hoy de 1975, ciudadanos españoles guardaban respetuosamente turno en
interminables colas para despedirse de Francisco Franco,el Caudillo de España
muerto de madrugada.
Ni sus más
fervientes partidarios de entonces se atreven 40 años más tarde a mencionar
siquiera su nombre, si no es para maldecirlo.
¿Fue Franco un
tirano más despreciable que Mao-Tse –Tung ,Vladimir Lenin, Adolf Hitler, José
Stalin o Philippe Petain?
¿Será que los
españoles (“ a moro muerto, gran lanzada”) no se atreven a enfrentarse a un
tirano hasta que se haya muerto?
Qué diferente
ha sido el pueblo español del francés para afrontar la desaparición de sus dos
tiranos, Franco y Petain que, además de profesarse mutua simpatía, coincidieron
en el desempeño de sus tiranías.
Petain, que cuando
el ejercito francés fue derrotado por los invasores nazis era vicepresidente del
gobierno que encabezaba Paul Reinaud, apoyó negociar y firmar un armisticio con los
vencedores, que dejó a Francia en manos de los nazis.
El partido
comunista francés de la época acató la orden de Stalin de colaborar con los
nazis: la Alemania de Hitler y la Rusia de Stalin habían firmado un acuerdo en
agosto de 1939 para repartirse la Europa Oriental y dejar manos libres a Alemania
para que atacara Polonia y Bélgica y Holanda.
A la
declaración de guerra contra Alemania por parte de Francia e Inglaterra en 1939,
no se sumó Rusia hasta que el ejército alemán la invadió en Junio de 1941.
Fue el momento
en que los comunistas franceses cambiaron su hasta entonces apoyo a
Petain por el enfrentamiento contra el régimen del general pronazi.
Petain fué
leal sus amigos nazialemanes: colaboró con ellos en la detención y deportación
de judios,en el mantenimiento de la paz y el orden de los franceses para con los nazis y en la persecución de los
franceses partidarios del general de Gaulle, contrario a los invasores.
Petain ayudó a
los nazis para que 140.000 judios franceses fueran deportados a Alemania, de
los que sobrevivieron apenas 10.000, asintió a la incorporación a Alemania de
las regiones francesas de Alsacia y Lorena y persiguió las actividades
antialemanas de la Resistencia francesa.
Condenó los
bombardeos angloamericanos contra territorio francés ocupado por los nazis y
ordenó a las tropas francesas a sus órdenes que lucharan contra los aliados
cuando en Noviembre de 1942 desembarcaron en el norte de Africa.
Terminada la
guerra, Petain fue enjuiciado.
Fue declarado culpable de alta traición y
condenado a muerte y a la confiscación de sus bienes.Por su avanzada edad le
fue conmutada la pena de muerte por la de cadena perpetua y fue expulsado de la
Academia francesa, de la que era miembro, pero su sillón no fue ocupado hasta
después de su muerte.
En
noviembre de 1945 fue transferido a la Isla de Yeu y se permitió que su esposa
lo acompañara. A principios de 1951 el presidente Vincent Auriol autorizó su
excarcelacion para que viviera en una casa particular en la que murió.Nunca fue
privado de su dignidad de Mariscal de Francia.
Un país digno de admiración,
entre otras cosas, por no ensañarse con los muertos.
Poco o
nada hablan los franceses de hoy sobre Petain al que, desde luego, ningún
francés culpa de las dificultades por las que su pais está pasando ahora.
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