jueves, 19 de noviembre de 2015

LA HISTORIA QUE SE REPITE


Para fatigarme lo menos posible, que en estos tiempos de fuerzas menguantes cualquier esfuerzo superfluo es un suicidio a medias, pondré en marcha la máquina del tiempo para retroceder al 1241 de mi Palma del Río:

Acaba de llegar  desde las Mezquetillas, unos pastizales de la sierra a tres días de distancia hacia el Norte, un pastor de ovejas y cabras que anuncia una catástrofe inminente.
Dice que viene huyendo porque otro pastor, que venía desde las llanuras que hay más allá de la sierra, había avisado que unos salvajes llamados  cristianos se acercaban matando a todos los que no se conviertan a su religión y se amolden a sus costumbres.
En Palma del Río y sus alrededores los pocos que no obedecemos las normas del Profeta desde hace más de cuatro siglos son judíos, a los que dice el pastor, los cristianos odian todavía más que a nosotros, a los que nos llaman moros.
Entre las ignominias a que se dice que nos obligarán está la de comer carne de puerco y adorar a ídolos con figuras humanas.
La gente de por aquí no hacemos nada más que discutir. Nadie trabaja.
Solo nos ponemos de acuerdo en que, si nos negamos a renunciar a la religión verdadera y someternos a la falsa de los cristianos y a sus bárbaras costumbres, nos matarán a los que no huyamos antes de que lleguen.
El imán dice que debemos matar a los infieles donde los encontremos y que si llegan aquí, debemos matarlos con la ayuda del Profeta.
Pero, por lo que cuenta el pastor de las Mezquetillas, los cristianos son más fuertes y han derrotado y sometido a todos los que, hasta ahora, se han atrevido a resistirlos.

Si seguimos discutiendo qué debemos hacer todos  y lo hacemos inmediatamente, los cristianos se presentarán aquí para matarnos a los que no nos convirtamos en cristianos.

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