Los que más
mandan en el mundo se han juntado en París con el pretexto oficial de evitar
entre todos que la temperatura de la tierra aumente más de dos grados.
Falso de toda
falsedad: primero porque no está en sus manos evitarlo y, segundo, porque, el
que se atreva a no ir, se expone a que no sea considerado importante. Y eso sería insoportable.
Antes de salir
hacia la antigua ciudad luz y actual ciudad de los atentados, los científicos de
sus paises les advietieron de que, en el último millón de años, cada 150.000 o
200 000 se vienen alternando períodos glaciales con templados.
Y que se sepa,
ni en los períodos glaciales o templados anteriores la gente tiraba en el campo
bolsas vacías de plástico ni iba en coche al trabajo o a la discoteca, como
hacemos los contemporáneos.
Si saben o
deberían saber eso, que no nos vengan con cuentos los mandamases.Van a París a otra cosa.
Seguramente a soltarse la melena y bailar el bugui-bugui.
A resolver
discretamente una acuciante necesidad inconfesable. En francés a eso se le
llama besoin, una palabra que sugiere cochinadas.
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