Como hay gente
pa tó, abundan los que se ganan los langostinos vaticinando que, como la cosa
siga así, vamos a tener que comernos la consecuencia de haber comido.
Se equivocan
esos agoreros porque nunca habían vivido los españoles tan bien como ahora: pueden
prescindir de que trabajen seis millones, además de los incontables políticos y
enchufados políticos.
Y no hay ni un
español sin telefono móvil ni un hogar sin televisión para ver ”Sálvame”.
Lo más
llamativo: antiguamente, cuando tan mal se vivía, solo el que más mandaba se
permitía perder un par de semanas pescando salmones y otro par de ellas matando
perdices.
Ahora, como
para hacer lo que hacía un tal Caudillo hacen falta unos cuantos de cientos de
miles de políticos, se dedican todos durante 50 de las 52 semanas del año.a
intentar que los elijan o reelijan para el cargo político del que comen o del
que pretenden comer.
Las restantes
dos semanas las emplean en la campaña electoral oficial, esos días frenéticos
en los que unos se desgañitan porque quieren seguir mandando y otros quieren
echarlos para vivir bien ellos.
Ese es el momento
que ahora vivimos: oyendo cómo cada uno de ellos pone de vuelta y media a los
demás para, después de 20 de diciembre, coincidir en que el que haya ganado y
mande, nos ha engañado.
El pueblo. la
chusma, los votantes o los ciudadanos
(que de forma tan variada se llama a los
votantes), nunca se equivoca. Esa es la esencia y la grandeza de la democracia.
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