“El color, el olor y la
forma de la descomposición y de la putrefacción, aunque se encuentre tan
atenuado que sólo sea un símbolo, provoca idéntica reacción: la valoración de
“feo” (“Ocaso de los ídolos” Friederich Nietzsche, 1888)
Tener que echar mano de Nietzsche, que
por alemán y filósofo es doblemente
fidedigno, para demostrar una obviedad (que los de Podemos son más feos que
Picio) es la improlsultra, que es como en mi niñez se conocía el ”non plus ultra”.
Es como si, caminando por cualquiera de las antes razonablemente limpias
calles de Madrid, te topas en la acera con algo que por su aspecto parece una
mierda y. antes de aceptar la evidencia de lo evidente, te agachas, lo hueles,
lo remueves, lo tocas con un dedo, te lo llevas a la boca para verificar si es
verdad lo que parece y, todavía no convencido, lo mandas a un laboratorio.
A pesar de que el resultado confirma la sospecha inicial, encargas un
contraanálisis a otro laboratorio y aunque reconfirme el diagnóstico, dudas que
lo que es una caca pueda serlo.
Bendita tozudez del ser humano, que rechaza la evidencia de lo que no
quiere creer que sea verdad y se aferra a la mentira que favorece a sus
intereses.
Porque, ¿no es más confortable no lavarse que lavarse? ¿No es más placentero oler las
secreciones naturales del cuerpo propio que
los aromas artificiales fabricados en laboratorio?
Con Podemos regresaremos al ser humano medieval, al que lo precedían los
olores que emanaba.
La asepsia ha debilitado al ser humano como quedó demostrado en la
añorada guerra del Vietnam: ganó la antisepsia vietnamita al sistema de vida
americano, que mandaba al combate a sus soldados recién duchados, vacunados
contra todo y con raciones alimenticias equilibradas.
Podemos representa la regeneración del ser humano guarro, sucio,
desaliñado y, por consiguiente, más resistente a las adversidades que los
carilindos de la derechona.
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