El dinero ha
dejado de tener importancia para el Estado español, que lo gasta después de
quitárselo a los cada vez menos que lo ganan.
Por eso, nadie
ha echado cuentas de lo que que va a aumentar el costo de mantenimiento de éste
Congreso de Diputados de obreros.
Hasta ahora,
los escaños los ocupaban políticos profesionales que adquirían su condición de
parlamentarios desde la profesión política, en la que basta con ser sumisos al
que manda y reirle las gracias al jefe, para ser diputados.
Podían bajar de
sus coches, dejar en ellos los papeles con la relación de empresarios a los que
sacar dinero a cambio de concesiones oficiales, y sentarse en la poltrona de
sus escaños.
Era
inconcebible que albañiles, carpinteros, mecánicos o derechohabientes al PER
(Plan de Empleo Rural) pudieran llegar a Diputados.
Pero
encuadrados en el Partido Podemos (una organización de obreros dirigida por
obreros), una famélica legión de explotados por el capitalismo ha desplazado de
sus escaños a los explotadores tradicionales.
Como obreros y
explotados, carecen de haigas con los que llegar al Palacio de las Cortes así
que lo hacen en metro o a alpargatazo limpio, todavía cargados con las
herramientas de sus oficios y, colgada al hombro, la esportilla de su almuerzo
con tortillas de papas, lonchas de tocino y renegridas rebanadas de dura
hogaza.
¿Se llevan todo
eso a sus escaños?
No.Entorpecería
su extenuante tarea legislativa.
Algo hay que
hacer. ¿Y qué puede hacerse?
Las sufridas
madres que tengan que llevar sus hijos a
su trabajo lo tienen resuelto, como ya enseñó la emprendedora Carolina
Bescansa, al demostrar que se puede amamantar al hijo sin dejar de solucionar
el problema de la corrupción.
(Con el mismo
savoir faire (talento) hubiera solucionado las dudas que plantearía un proyecto
de ley para adoptar la metempsicosis como creencia inspiradora de la
transmigración de las almas).
Pero ¿y los
demás?
¿Dónde dejan
los albañiles sus plomadas, palaustres y cubetas de mezclas? ¿Qué hacen los antiguos
peones agrícolas con sus azadas, legonas o rastrillos? ¿Y los carpinteros con
sus martillos, escoplos y cepillos?
La
incorporación de los obreros manuales de Podemos a la política presenta un
imprevisto problema, que requiere una solución urgente por muy costosa que
pueda parecer.
Hay que dotar
de medios económicos suficientes para resolver ese problema sobrevenido y no
previsto: que en la primera sesión se vote un fondo generoso para acondicionar
un amplio espacio contiguo al Palacio del Congreso en el que los diputados
obreros de Podemos puedan dejar, bien custodiados para que no se los roben, sus
utensilios de trabajo.
“¿Pero usted se
cree”—tercia el eterno aguafiestas--¿”qué un político va a robar una
herramienta de trabajo”?
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