DeseEmbarca la
tripulación de un navío de guerra recién llegado a puerto después de una misión
bélica en Filipinas contra los rebeldes tagalos que, alentados por la masonería
internacional y por los enemigos extranjeros de España, se han sublevado.
Un viejo desvalido
y harapiento interrumpe la reunión del apuesto e impoluto capitán con su
empingorotada familia para preguntarle por qué no ha desembarcado su nieto.
Le responde
que, por ser el que más amaba a España, lo premíó encomendándole una arriesgada
misión en la que perdió la vida. Resignado y orgulloso de su nieto, el abuelo se retira agradecido al capitán.
Así empieza la
película Raza, que magníficamente restaurada, emitió anoche la segunda cadena
de Televisión Española.
Raza es la
plasmación cinematográfica del guión ideado por el Caudillo Francisco Franco,
invicto en las dos guerras que cimentaron su aureola: la primera contra las
bandas cheljas del norte de Marruecos equipadas con el material militar
previamente arrebatado al bien pertrechado ejército nacional español.
La segunda
acción heroica del guionista de Raza lo encumbró a la Jefatura del Estado
Español, el más antiguo de la vieja Europa que, en tiempos, dominaba 22
millones de kilómetros cuadrados e impuso al mundo un modo español de entender
la vida.
En esa segunda
campaña militar, Franco encabezó la sublevación de un ejército moderno,
articulado por profesionales de la guerra y férreamente disciplinado, contra
milicias desorganizadas y anárquicamente conducidas por jefes espontáneos que
cambiaron sus herramientas de trabajo por la espada.
Raza, contemplada desde la butaca del salón de la vivienda de un pueblo de una España
en descomposición fatalmente inevitable, es una película de ciencia ficción, un
cuento que recuerda al de Blacanieves y los 46 millones de enanitos.
¿Qué ciudadano
español de ahora, sistemáticamente entrenado para vivir del Estado
Español, se enorgullecería de morir por
España?
Raza, como la
invencibilidad de su guionista es, para los espectadores de ahora, el imaginativo
ejercicio de una mente patológicamente desequilibrada.
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