Dicen los
ilusos que somos pesimistas los que sabemos que toda situación cambiante
empeorará.
Hay que
aclarar que el iluso es siempre víctima
del ilusionista, el que manipula la realidad en su provecho como, por
ejemplo, los actores, malabaristas y engañabobos que de su oficio sacan su
beneficio: los cómicos que en ésta España alucinada se hacen pasar por agentes
de la cultura.
Engañan a los
crédulos, que son felices como guarro que se revuelca en el cieno después de
atiborrarse de lo que entre por su hocico, creyéndose sus patrañas.
Si el
ilusionista dice que es agente cultural, agente cultural y no cómico lo creen
los ilusos.
Ganan con eso
el prestigio que como papagayos de lo que otro escribe dicen,y el respeto que
aureolaría al que su talento les dicta lo que deben repetir.
Con el
prestigio robado se empinan al poder que usurpan.
¿Cuál es la
medida de ese poder?
Por ejemplo,
que el que acude a una entrevista oficial con el Jefe del Estado con su
desnudez tapada por una raída camisa proletaria, para que los cómicos lo vean
se embute en un burgués traje de fumador llamado smoking.
¿Es
desinteresada la deferencia que con ellos tiene el de la camisa, al disfrazarse
con el smoking?
Nada de eso.
Entre pillos,
cómicos o políticos, el interés rastrero dicta el gesto.
Los cómicos
esperan que el político les restablezca al volumen que ansían : las subvenciones de cuya merma se quejan, y
el político confía en que la propaganda que en su favor hagan los cómicos lo
ayude a conseguir el cargo que ambiciona.
Por eso, el descamisado
crónico Pablo Iglesias se disfrazó de somoking , a cambio de que, cuando con la
ayuda de los cómicos pueda hacerlo, les dé el oro y el moro.
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