EL MIRLO
Puede
equivocarse el meteorólogo y anunciar que va a llover en vísperas del inicio de
una interminable época de sequía o que hará buen tiempo el día anterior a una
inclemente bajada de las temperaturas.
Pero el mirlo,
ese pájaro negro y pico amarillo de cien gramos de peso, es infalible. Nunca se
equivoca.
Cuando la
flauta de su canto se oye en los patios urbanos o en los bajíos de las huertas,
al irse el día o cuando la noche
se acerca, nunca falla: ha llegado la primavera.
El mirlo de
lúgubre pelaje supera al gallo de arrogante traza: el segundo es nuncio canoro
solo del sol, mientras que el enlutado mirlo es pregonero del día, de la
noche y de la peimavera.
Sin el
pelinegro mirlo no habría sonriente primavera. Gracias al mirlo y a su
requiebro para encontrar a la compañera para toda la vida, sabemos todos por
qué ha la primavera ha venido.
Porque la
flauta de su canto la ha convocasdo.
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