lunes, 21 de marzo de 2016

SEMANA SANTA ESPAÑOLA

Solo un pueblo que llora cantando puede compartir la pena de un moribundo crucificado con la voluptuosa excitación de la gradual coloración de las flores al abrillantarse la luz de un amanecer de primavera.
Por lo menos en Andalucía la semana santa es un anacronismo porque no se celebra en el lúgubre otoño, cuando la naturaleza languidece sino en primavera, cuando resucita.
Es ésta semana de teatral tribulación un particularismo que, por ser exclusivo para la cristiandad contrareformada por España, hace de lo español un modo distinto de entender el cristianismo.
La contracultura religiosa española ensalza más la muerte de un inmortal que se hizo hombre que  la Resurrección del que demostró su natural inmortalidad resucitándose a sí mismo.
El viernes santo, día de la muerte de Cristo, centra la Semana Santa Española mientras que el domingo, o Pascua de Resurrección, culmina y justifica la semana santa de los cristianos no españoles.
Sentimiento y lógica, los dos motores opuestos de dos maneras distintas de vivir la vida, como  tener y desear, trabajar y soñar.
¿Es más placentero privarse de lo que en ese momento deseas tener para conseguirlo después de años de trabajo, o soñar que lo tienes sin necesidad de trabajar?
¿Hemos nacido para soñar, esa capacidad exclusiva del hombre o para trabajar, obligación ineludible para el resto de los seres vivos?

El que se decida por lo segundo no es español y, para su desgracia, más le vale resignarse porque no ser español es una tara congénita.

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