Para la gente de
carácter melifluo que prefiere el trino de las avecillas al trueno de los
cañones, ésta que estamos padeciendo ahora debe parecerle la pax augusta, esos
casi 200 años en los que los romanos estuvieron usando el pié métrico de la
poesia en vez del pié para patear el culo de los no romanos.
Tiempos estos de
decadencia como los que marcaron el declive de todos los imperios, forjados con
la espada y derruidos con la lira.
Afortunadamente,
a partir de la perpetua campaña electoral en la que recuperará España su
esencia cainita, volverá la burra al
trigo y todos los que no sean uno mismo serán malos o sospechosos de ser
enemigos.
¿Será
coincidencia casual o consecuencia de la influencia telúrica sobre el
comportamiento humano éste incómodo sosiego, que ojalá sea transitorio?
Ya éste sábado,
coincidiendo con los balbucientes trinos de los pájaros recién nacidos y con los
campos estampados por flores espontáneamente brotadas de una tierra hasta hace
poco inhóspita, infantiles novias e impúberes novios alegrarán las calles
camino de las iglesias.
Trinos, flores,
primercomunioneros, brisa balsámica, olor a azahar, cielos relucientes…
Paz en la tierra
para la gente de buena voluntad, hasta
que regrese la normalidad de la puñalada dialéctica de las vísperas
electorales.
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