lunes, 23 de mayo de 2016

LA DECEPCION



   Hay casos en los que la persona humana, cándida por naturaleza, se juega un euromillones y guarda el boleto en una caja fuerte, convencido de que le tocará.
Hay otros casos en los que todos los meteorólogos de todas las televisiones pronostican vientos tan fuertes que habrá que llenarse los bolsillos de piedras para no salir volando.
Como ni el boleto toca ni el huracán pasa de sutil céfiro, el que se había visto acariciado por huríes tetudas se decepcionará tanto como el que anticipó que sería grácil jilguero.
Como nos llevamos un chasco los que anoche nos la prometíamos tan felices indignándonos porque los catalanes del Barcelona no pìtaban el himno nacional ni ondeaban desafiantes la estelada esa de la que tanto se había venido hablando.
¡Como para no estar indignados!....
Nos habían garantizado que seríamos espectadores en directo y simultáneamente, de la caida de las murallas de Jericó, del desmbarco de Normandía y de la vaporización de Hiróshima, y nos tuvimos que conformar con un vulgar partido de fútbol.

No se puede uno fiar ya de los periodistas ni de lo meteorólogos.

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