¿Por qué a los
españoles les da igual ocho que ochenta cuando les advierten contra el
comunismo?
Por la misma
razón por la que no se alarman los condenados a cocerse eternamente en las calderas de Pedro
Botero porque están habituados a pasar calor gracias a que están en el Infierno.
Es España, el
Estado ha controlado siempre, y sigue controlando, el precio de lo que los
trabajadores consumen, y controla igualmente lo que cobren por trabajar.
Controla también
el Estado, por concesión, coercion o conveniencia, la fundación y supervivencia
de los medios de comunicación, a través de los cuales pastorea a la opinión
pública.
Lo de comunismo
es una simplificación del sistema de gobierno que se asienta en inducir por las
buenas, o obligar por las malas, a que los ciudadanos obedezcan lo que decida
el Partido que administre a la Sociedad, y se retroalimenta de los que la
Sociedad produzca.
Quizá si se
sustituyera la palabra “comunismo” por “sistema de economía estatalmente
planificada” y su contraria de “capitalismo” por el de “economía libre de
mercado”, la diferencia entre uno y otro se apreciaría mejor.
Las
consecuencias prácticas de comunismo o economía estatalmente planificada son
evidentes:
A) Se produce solo lo que el Estado-Partido decida y se vende al precio
que el Estado-Partido establezca.
B) Como es el
Estado-Partido el que decide lo que haya que producir y el precio a pagar por
adquirirlo, la competencia desaparece y se convive con la permanente escasez o
demanda de productos de consumo.
C) Los
ciudadanos compran lo que haya y no lo que necesiten, lo que propicia el
“mercado negro” como inevitable recurso para conseguir lo que la economía
planificada no ofrezca, o lo haga en menor proporción a lo que la demanda
exija.
La economía
libre de mercado (conocida por “capitalismo”) consiste en:
1.- La facultad
irrestricta de cada ciudadano de arriesgar su capital y su esfuerzo para
fabricar y poner a disposición del mercado lo que crea que los compradores
puedan demandar.
2.-Garantizar la
libre competencia entre productores de bienes y servicios para que sus
demandantes puedan optar por lo que más les convenga y al mejor precio.
(Hay que
aclarar que no se puede calificar de “economía libre de mercado” ni de
capitalismo a la economía española, porque carece de la indispensable “ley
antimonopolio” o ley “antitrust” que vigile la flúida eficacia de la libre
competencia).
A pesar de las múltiples ofertas nominales, el precio que el cliente paga por telefonía, gas, electricidad, combustibles y otros servicios básicos es idéntico.
Un por ejemplo,
para que quede claro: Todos los bancos españoles coinciden sospechosamente en
retribuir con el 0,05 por ciento los depósitos con los que respaldan los
créditos que concedan al cliente y que,en promedio, se cobran el 5 por
ciento anual por lo prestado.
En conclusión:
a) No hay que tenerle miedo al comunismo que pueda venir porque ya está aquí.
b) Si se estableciera oficialmente el
comunismo ideológico en España, los españoles no lo percibiríamos porque hace
siglos que estamos siendo explotados por el comunismo real.
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