Ser político en
regímenes no democráticos, si no tiene mérito, requiere valor: debes cargarte
al que o a los que te disputen el poder y, como donde las dan las toman, ellos
pueden apiolarte a ti.
Pero, ¿y en
éste cachondeo que sufrimos en España y al que llamamos democracia?
Hasta al más
tonto de mi pueblo, que soy yo porque el único rival que me disputa el puesto
reconozco que es más listo, podría con una mano en la cadera ser Presidente del
Gobierno.
Como hay
siempre gente dispuesta a incordiar, habrá alguien que no esté de acuerdo
porque, dirá, para ser Presidente del Gobierno tendría que ganar las
elecciones.
Naturalmente, y
para eso hay un método infalible: prometer a los votantes que, si te votan,
hasta podrán ligar con el que, o la que, si no le demuestras que eres demócrata
votando, nunca podrás ligar.
Ahora bien:
para que te voten más que a tu rival (siempre hay rivales para llevarse lo que
costando poco satisface mucho), hay dos opciones:
a) Insistir en
que eres mejor que tu rival.
b) Denunciar que
tu rival es peor que tú.
Combinadas las
dos opciones, con mayor insistencia en la b que en la a, es lo que está
haciendo el socialista Pedro Sánchez, con resultados cada vez más negativos.
Que no se
desanime e insista ya que cargarse a un rival siempre es complicado porque tendrías que eliminar también a sus compinches, y tus compinches y tú mismo
podrías correr la suerte que a los contrarios les deseas.
Mejor votar y
conservar la democracia porque, aunque ni la democracia ni votar sirven para
nada, es una ocupación entretenida y en la que lo único irrecuperable que
pierdes es tu propio tiempo y el tiempo de los demás.
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